San Rafael, pasión de multitudes.

La ciudad de San Rafael (Mendoza) hace un despliegue de atributos tan grande que es imposible no enamorarse.

Por Esteban Goldammer / @testergourmet

Si uno viene desde mendoza por la ruta nacional 40, bien vale la pena hacer el desvío a la altura de El Sosneado, por la 144, para llegar a San Rafael. Y si no, esta ciudad (la segunda en importancia de la provincia) amerita tomarse unos días, armar la valija y viajar a explorar sus rincones, disfrutar de los paisajes, la aventura y la gastronomía acompañada de sus fantásticos vinos.

Pero vamos por partes, primero creo que es preciso aclarar el porqué del título de la nota. Y es que a lo largo de nuestra estadía de cinco días, hubo un denominador común en la gente: la pasión. Podríamos decir amor, sí, por su ciudad, por su particular clima, por los frutos de esa tierra que demanda un especial cuidado del agua, por los emprendimientos desarrollados desde cero o que se mantienen de generación en generación. Sí, podríamos decir amor, pero va más allá: es pasión. Y con gusto nos dejamos contagiar de ella.

Aire de pueblo

Quizás sean las acequias que acompañan el trazado de la ciudad (heredadas de los huarpes) y ese murmullo del agua corriendo lo que acentúe esa tranquilidad que se respira en el aire de San Rafael. Tal vez sea el clima seco y esos trescientos días de sol que el sanrafaelino se vanagloria de tener, al punto de bromear con la fortuna que uno tiene si logra ver el paisaje nublado o con lluvia. Posiblemente sea una conjunción de lo anterior sumado a la personalidad de su gente. El hecho es que en San Rafael parece reinar la paz. Construcciones bajas, avenidas y calles anchas, espacios cuidados y limpios, nos recibieron en nuestro primer acercamiento que, como no podía ser de otra manera, incluyó el paso por la Plaza General San Martín y el Parque Hipólito Yrigoyen.

La primera es la plaza principal de la ciudad y fue construida en un espacio verde donado por Rodolfo Iselín, francés que estableciera a finales del 1800 la colonia que dio origen a la ciudad. La misma fue renovada en 2010 y en torno a ella se encuentran el Palacio Municipal y la histórica Catedral de San Rafael.

El Parque Hipólito Yrigoyen es un espacio verde muy frecuentado por los locales en busca de esparcimiento, actividades deportivas y espectáculos, ya que en su interior contiene el teatro griego con capacidad para 12 mil personas y que alberga, entre otras, a la Fiesta Departamental de la Vendimia. Enmarcando el parque se encuentran la Plaza Francia y otro de los convocantes del lugar: el Parque de los Niños “Euser Carlos Stica”, nombrado así en homenaje al ya fallecido médico pediatra, que concentra más de 60 juegos con entrada libre y gratuita para el divertimento de los chicos.

De la tranquilidad a la adrenalina pura

Una de las maravillas de San Rafael es la posibilidad de pasar de la absoluta tranquilidad de la ciudad o de las lagunas generadas a partir de embalses y represas, a la diversión y adrenalina de las actividades de montaña y otros deportes. Así es como a tan sólo diez minutos en auto, uno puede acercarse a Los Reyunos, un gran espejo de agua generado a partir de uno de los pocos diques del país que tiene la particularidad de recuperar el agua a partir del cambio de dirección de las turbinas y rebombeado hacia la laguna.

Los Reyunos sorprende con sus colores azules, verdes y las formaciones rocosas que enmarcan el lago y hasta emergen del mismo. Allí en verano se practican actividades como el esquí acuático, kayak, wakeboard y canotaje. Pero en otoño e invierno también se despliega un abanico de posibilidades y diversión para todas las edades. Contemplar el paisaje y la fauna a través de un paseo en catamarán es una de las opciones de Kaike, la empresa que además ofrece desde experiencias de buceo y travesías en cuatriciclos hasta divertidas actividades de montaña, como escalada en vía ferrata, tirolesa, un rappel de 50 m y el tirobangi de 600 m por encima del embalse. Pero allí no terminan los atractivos de Los Reyunos, porque también hay lugar para los fanáticos de la pesca, ya que aseguran el buen pique de pejerreyes y truchas.

El Atuel, siempre protagonista

El río Atuel es uno de los grandes protagonistas del verano de San Rafael, ya que en torno a él se realizan un sinnúmero de actividades que tienen al rafting como gran convocante. Cuando finaliza la temporada estival, el caudal del río se corta para la limpieza del sistema de riego para viñedos y frutales, pero no por eso se termina la emoción. El Atuel corre a lo largo de 56 km, a través de un cañón de 260 m de profundidad promedio formado durante millones de años y que hoy nos entrega paisajes verdaderamente únicos y majestuosos.

El circuito del Cañón del Atuel comienza en el Nihuil, un gran embalse de 9.600 hectáreas de agua, donde las actividades náuticas y la pesca son protagonistas. En contraste con este gran espejo, el paisaje árido se acentúa con dunas de hasta 200 m de altura que han servido de escenario a competencias automovilísticas como el Dakar y el Desafío Ruta 40. Allí nomás, cerca de la villa del Nihuil, comienza el recorrido que tiene al cañón y a sus formaciones rocosas como atractivo natural del mismo, pero que se complementa con la gran obra hidroeléctrica que incluye cuatro embalses y cuatro represas generadoras de energía que datan del gobierno del Gral. Perón.

El paisaje parece surrealista por momentos. Las represas generan verdes y azules que contrastan con los ocres, marrones y grises de esas formaciones rocosas que permiten jugar a descubrir las formas generadas por la erosión del viento y el agua, como El Mendigo, el Bosque de Coníferas, los Jardines Colgantes, El Elefante, El Sillón de Rivadavia, Los Monstruos, el Lagarto. El recorrido gana emoción en cada curva y se hace sumamente entretenido. Vale destacar que es un paseo para todo el año, aunque en el verano la temperatura se hace sentir en esta región.

Como suele suceder habitualmente, lo bueno se hace esperar. Porque si bien a lo largo de los 56 km. pudimos deleitarnos con hermosos paisajes que nos permitieron filmar y tomar muy buenas fotografías, fue en Valle Grande, al final del recorrido, cuando la experiencia se volvió magnífica y sólo hubo lugar para el silencio. El agua con distintas intensidades de azul y verde, la profundidad del tallado en la roca, la playa de arena blanca a la que se accede únicamente en catamarán y esa formación rocosa que llaman “el submarino” porque apenas emerge de entre las aguas (cuando lo vimos nosotros, el nivel del agua estaba por debajo y ya no lo parecía tanto), cautivan e invitan a quedarse observando un largo rato.

Tierra del vino y del sol

Si hay algo que no falta en San Rafael, es el buen vino. Y el tema no se agota en las visitas a las bodegas, sino que continúa en lugares como L´obrador y La Juanita, dos muy buenos exponentes de la gastronomía local. Si hay algo para remarcar en ambos, es que no hay que esperar los lujos al estilo restó gourmet capitalino, aquí usted va a encontrar decoraciones simples y fundamentalmente, a comer mucho y bien. El primero de los lugares, atendido por Daniel Ancina, lo deleitará con una picada de esas que dan que hablar y el plato imperdible del lugar: la carne a la masa. Este es un producto típico de San Rafael y consiste en una carne envuelta en masa y cocida en horno de barro durante 4:30 hs. La masa funciona únicamente como un segundo horno y después de la cocción se desecha. ¿El resultado? Una carne que se deshace de tierna, un verdadero manjar. Por supuesto que en L´obrador hay otras opciones de platos y una certeza: se irá totalmente satisfecho. Ah, un dato importante: Daniel atesora grandes vinos en su pequeña y escondida cava.

La Juanita es uno de esos exponentes de los que hablábamos de gente apasionada. Proveniente de San Justo, provincia de Buenos Aires, la familia Assad se mudó buscando una vida más tranquila y placentera. Ya establecidos en San Rafael, comenzaron con timidez en el rubro gastronómico y hoy deleitan a locales y visitantes en un pequeño restaurante que se destaca por sus elaboraciones “como en casa”. Las empanadas, las pastas, los postres, los dulces hechos con los frutos de sus propios cultivos, son una verdadera maravilla.

Pero claro, en esta zona de Mendoza la estrella también es la vid y los vinos. De hecho, toda recorrida que se precie de tal debe incluir la visita a algún viñedo o bodega. Hay más de 92 establecimientos en San Rafael y tuvimos la oportunidad de conocer algunos de ellos.   

La primera parada fue en la Bodega Bournett. La conocimos casi por casualidad en L´obrador y después de degustar sus vinos, la incluimos dentro del recorrido. La pequeña bodega deja también de manifiesto eso de que lo que se hace con pasión sale realmente bien. Tanto que su vino RS Master Blend ha obtenido Medalla de oro en la 24ª edición de Vinalies (París 2018), uno de los más prestigiosos concursos de vinos del mundo. Pero no es la única sorpresa de esta bodega, RS remite a Roberto Sigrand, campeón sudamericano de velocidad (motociclismo) 1928-1930 y amigo de Juan Manuel Fangio, lo que le ha permitido a Bournett contar también con preciados vinos con la marca del múltiple campeón.

La siguiente parada en este tour vitivinícola fue Finca El Nevado, donde primero pudimos “jugar” a cosechar algunos racimos con nuestras propias manos y entender de mallas antigranizo y de cómo el clima y el agua bien administrada permiten lograr vinos como los que tuvimos oportunidad de probar después. Por supuesto, ¡no íbamos a irnos sin degustar.

Y para terminar la recorrida de bodegas, llegamos a Bianchi, la más emblemática de la zona y si se quiere “palabras mayores”. Bastaría con decir que producen 24 millones de botellas anuales, pero la bodega se caracteriza también por sus visitas y las experiencias que propone en torno al vino. Bicicleteadas y recorridas turísticas del viñedo, se suman a degustaciones privadas y a la más que interesante posibilidad de convertirse en enólogo por un día y realizar el corte de acuerdo a las preferencias de cada uno. Sin dudas, eso de crear nuestro propio vino es tentador.

Bonus track

La visita a Finca Los Álamos fue en nuestro viaje una especie de bonus track. Por supuesto, incluyó degustación de los vinos de la bodega y, casi con seguridad, de las mejores empanadas de carne a la masa de la zona. Si a eso se le suma, el placentero arrullo del agua corriendo por las acequias y la sombra de los álamos, la estadía en este lugar es sumamente gratificante. Pero eso no es todo, ya que esta finca guarda desde el 2014 (fecha de inauguración) un tesoro que no puede pasarse por alto en una visita a San Rafael: el famoso Laberinto de Borges, confeccionado con más de 7 mil arbustos en homenaje al reconocido escritor.

Casi tan sorprendente como su diseño, a cargo del inglés Randol Coate, es la historia de este homenaje realizado por los descendientes de Susana Bomball, amiga íntima de Borges desde la infancia. Juntos visitaron el lugar desde la niñez y construyeron una relación estrecha (al parecer, muy), según atesoran algunas de las cartas manuscritas que forman parte del pequeño museo de la finca. Encontrar en el trazado de los arbustos las distintas alusiones al autor (el nombre, el símbolo del infinito, el reloj de arena y más), así como imaginar las tertulias entre dichos autores y otros de los famosos invitados a Los Álamos (Mujica Láinez, Soldi, entre otros) pueden terminar de dotar de magia y ensueño a estas tierras sanrafaelinas que sorprenden y que, casualmente ante tantos ilustres escritores, lo dejan a uno sin palabras. 

www.sanrafaelturismo.gov.ar

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