Publicada en BigBangNews.com
Pará, pará, pará (estilo Fantino), ¿en serio creés que te voy a dar consejos para armar una valija? Nah, boludeces, no. Te vas de viaje, ¡todo lo demás es anecdótico! Si además hasta cabe la posibilidad de que la aerolínea extravíe tu equipaje, con lo cual hacerte problema por lo que contenga o no, no tiene demasiado sentido.
Pero bueno, dada la circulación e insistencia de producir y consumir este tipo de notas, debe haber gente que las necesita, que precisa que le digan que la valija tiene que tener el tamaño adecuado a la cantidad de días y a las necesidades del viaje. Porque claro hay quien elige un destino playero pero, así y todo, empaca un tapado o un gamulán. No, amigos: destino de verano, ropa de verano; destino de invierno… bueh. Las prendas deben ser lo más funcionales posibles, colores neutros preferentemente. Ese vestido que te vas a llevar por las dudas, no va. Y no me refiero solo al vestidito, el pantalóncito, el sweatercito o lo que sea, es el “por las dudas” lo que no va. La balanza de la aerolínea se alimenta del por las dudas, se nutre de la inseguridad del viajero. No, si tengo que volver atrás para explicar cuáles son los colores neutros, se pudre todo. Importante, no te olvides ni las medias ni los calzones. Y la vestimenta fundamental es lo que primero entra en la valija: la malla, los guantes, las ojotas, la bufanda, porque es lo más fácil de olvidar. ¿La ropa de running? Caradura, ¡no corres ni el colectivo en Buenos Aires y vas a arrancar con el deporte en las vacaciones! ¡Pero por favor!
El calzado parece ser otra cuestión que preocupa y mucho. Yo diría que lo más preocupante sería que terminen como algún europeo, norteamericano o mi colega periodista y amigo Jorge, calzando sandalias con medias o, lo que es peor, ojotas con medias. Y acá va mi consejo al respecto: antes que eso, descalzos o la muerte misma. Sí, ya sé que alguno de ustedes lo está pensando y le digo que no: si hace frío, zapato cerrado y se acabó la discusión. Por supuesto, cada calzado va en una bolsita para no ensuciar la ropa. ¡Casi no lo digo de tan obvio que parece!
Los líquidos, cremas, perfumes, etc, conviene ponerlos en bolsas y separados del resto. El 99% de los envases es como las mascotas, se dan cuanta cuando te estás yendo. Y la ley de Murphy en estos casos aplica 100%: si no lo metiste en una bolista, se va abrir y ensuciar hasta lo que no llevás.
A la hora de acomodar todo en la valija, más obviedades: lo pesado debajo, lo liviano arriba; aprovechar el espacio interior del calzado para guardar cosas; comprimir todo lo que se pueda comprimir, hacer rollitos con las prendas o embolsar al vacío (el sistema bolsa y aspiradora para sacarle el aire funciona de maravillas). El tema es aprovechar el espacio que nunca será suficiente. Si no saben cómo, consultan el tutorial de Antonini W. en youtube que lo explica al detalle.
Ah, la ropa va a llegar arrugada. Pero no se preocupen, en la actualidad todos los hoteles tienen plancha en la habitación o, en el peor de los casos, una para prestar.
Importante, que digo importante, importantísimo (casi tanto como asegurarse de llevar al aeropuerto pasaporte, visa –si corresponde- y el ticket del aéreo, es no olvidar los cargadores de todos nuestros equipos electrónicos. Hoy día no se concibe un viaje sin ellos y no es grato tener que comprar de urgencia y destinar a este menester dinero que estaba asignado al placer. Enrollar los cables y ubicar los accesorios entre la ropa para que no se dañen puede ser una buena opción.
Bueno, al final terminé dando algunos consejos que, como diría mi abuela Marta, nunca estarán de más. Sin embargo, déjenme despedirme con una certeza que descubrí a partir de mis propios viajes y los miles de kilómetros recorridos: “La valija nunca estará perfecta. Siempre, indefectiblemente, pecará por escasez o abundancia”. ¡Hasta la próxima!